Hubo un primer paso y luego un
puente que cruzamos
Hubo una mirada, que luego
fueron muchas,
una palabra que luego se
multiplicó.
Las mañanas tenían entonces el
misticismo
de otra edad, de otra búsqueda.
Yo atravesé el océano y tu mano
siempre estuvo,
el tiempo no ocultó ni las
formas, ni el afecto.
Nos reencontramos en Raco, en un
jerez
y en las camelias de tu jardín.
La delicadeza de la sonrisa que
nunca se apagaba
ni aún en las tristes
despedidas,
fueron lecciones de gratuidad.
Hubo un primer paso
y luego un puente que cruzamos,
ahora desde la otra orilla
sabrás la luz y su beso
y el inagotable fuego que
siempre ardió
en la noche, serás uno con él,
cuando recibas tu nuevo nombre.
Eres, al fin, lo que siempre
buscaste.